En este tiempo de pandemia, en el que nuestras conversaciones se han llenado de palabras poco usadas: virus, positivo, contagio, anticuerpos, vacunas, etc,. Una de esas palabras: contagio, resuena especialmente en este día de Pascua. En esta Pascua 2021, el Papa nos invita a contagiarnos unos a otros de esperanza.
Te damos gracias Señor por tantos signos de esperanza que encontramos a nuestro alrededor: la disponibilidad a la ayuda espontánea, el compromiso heroico y cotidiano de tantas personas, la valoración de las cosas pequeñas, el redescubrimiento de una vida serena y sin prisas, dedicada a lo importante y a los que son importantes en nuestra vida. Gracias por tanto como hemos aprendido en este tiempo, por tu presencia cercana e incondicional, por la fuerza que provenía de la fe que nos contagia de esperanza.
Dice el Papa Francisco, que la Pascua es un ‘contagio’ de esperanza, que se transmite de corazón a corazón. La victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no “pasa por encima” del sufrimiento y la muerte, sino que los traspasa, abriendo caminos, transformando el mal en bien.
Gracias Jesús resucitado, que nos regalas hoy la esperanza, la paz y la alegría a todos, especialmente a los pobres, a quienes viven en las periferias y a todos los que no encuentran sentido a sus vidas.
Señor, Tú has querido que nuestra vida esté llena de LUZ y alegría. Gracias por esa llama de ilusión que mantienes encendida en cada uno de nuestros corazones, como en los primeros discípulos.
Gracias Jesús resucitado por contagiarnos de tu esperanza, tu vida, tu alegría profunda, esa que nadie nos puede quitar. Que nunca nos olvidemos de contagiar a todo el que se cruza en nuestro camino de esa esperanza, de esa alegría, de esa paz que Tú nos regalas.
Gracias Señor, queremos seguir tus pasos, porque tu Resurrección nos llena de vida, porque queremos seguir caminando a tu lado y que nuestra vida sea reflejo de la tuya. Porque sabemos que siempre has estado, estás, y estarás a nuestro lado, amigo, hermano, maestro, compañero de camino. Gracias Señor.
Te damos gracias Señor por tantos signos de esperanza que encontramos a nuestro alrededor: la disponibilidad a la ayuda espontánea, el compromiso heroico y cotidiano de tantas personas, la valoración de las cosas pequeñas, el redescubrimiento de una vida serena y sin prisas, dedicada a lo importante y a los que son importantes en nuestra vida. Gracias por tanto como hemos aprendido en este tiempo, por tu presencia cercana e incondicional, por la fuerza que provenía de la fe que nos contagia de esperanza.
Dice el Papa Francisco, que la Pascua es un ‘contagio’ de esperanza, que se transmite de corazón a corazón. La victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no “pasa por encima” del sufrimiento y la muerte, sino que los traspasa, abriendo caminos, transformando el mal en bien.
Gracias Jesús resucitado, que nos regalas hoy la esperanza, la paz y la alegría a todos, especialmente a los pobres, a quienes viven en las periferias y a todos los que no encuentran sentido a sus vidas.
Señor, Tú has querido que nuestra vida esté llena de LUZ y alegría. Gracias por esa llama de ilusión que mantienes encendida en cada uno de nuestros corazones, como en los primeros discípulos.
Gracias Jesús resucitado por contagiarnos de tu esperanza, tu vida, tu alegría profunda, esa que nadie nos puede quitar. Que nunca nos olvidemos de contagiar a todo el que se cruza en nuestro camino de esa esperanza, de esa alegría, de esa paz que Tú nos regalas.
Gracias Señor, queremos seguir tus pasos, porque tu Resurrección nos llena de vida, porque queremos seguir caminando a tu lado y que nuestra vida sea reflejo de la tuya. Porque sabemos que siempre has estado, estás, y estarás a nuestro lado, amigo, hermano, maestro, compañero de camino. Gracias Señor.