Parroquia del Santísimo Redentor
VÍA CRUCIS
INTRODUCCIÓN
Saludo: EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO. AMÉN.
Canto: Pueblo mío, qué te he hecho? En qué te he ofendido, respóndeme!
INTRODUCCIÓN
Compartir el camino de Jesús nos permite reconocer lo que es decisivo en la vida. Su Evangelio es una guía de conducta y nos ofrece opciones de vida. Su último camino es el camino de la cruz. ¿Cuál es el soporte de mi vida personal? ¿Qué debe cambiar en la vida de la sociedad? ¿Qué brinda esperanza frente a las situaciones injustas que la pandemia de coronavirus ha vuelto aún más evidentes? “¡Se puede, por otro camino!” Es una petición dirigida concretamente a nosotros. Estamos invitados a recorrer el último camino de Jesús junto a los pobladores de toda la tierra, junto a toda la creación.
PRIMERA ESTACIÓN
Jesús es condenado a muerte
Conductor: Te adoramos, Cristo … y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo
Lector: Salmo 59, 3-5 : Dios mío, líbrame de mis enemigos, protégeme de mis agresores; líbrame de los malhechores, sálvame de los sanguinarios que están acechando mi vida. Me atacan, Señor, los poderosos sin que yo tenga culpa alguna. ¡Despierta, sal a mi encuentro, mírame!
COMENTARIO:
Sus manos están atadas. Silencioso y erguido, está parado en medio de la multitud. Comienza el juego de las oscuras maquinaciones. Pilatos mira a los ojos de quien tiene enfrente. Su figura arroja una mancha oscura en la pared de la casa. Su veredicto arrojará una larga sombra en la historia de la humanidad. Un niño mira temeroso al acusado. El contraste entre el poderoso gobernante y el niño indefenso no podría ser mayor. El niño sostiene un cuenco de agua en el que Pilatos desea lavar su veredicto. La multitud enfurecida rodea al condenado, marcado por el sufrimiento. Al fondo, los gritos de los más atrevidos excitan al resto de los presentes. Puños apretados y una provocación inconfundible: “¡Ahí está!”. Lanzas por doquier: los instrumentos de tortura están listos. ¿Y Jesús? Lleva una corona de espinas, la espalda ensangrentada por los golpes.
¿Quién es el abogado de los débiles? ¿Quién defiende los derechos de los oprimidos? ¿Quién se pone del lado de los injustamente condenados? El clamor por la justicia no puede ser ignorado. Hasta el presente resuena un “sálvame”, un “ayúdame”.
Conductor: Señor Jesucristo, tú transitas el camino de los condenados inocentemente. No dejes que enmudezcamos ante la injusticia. Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mi. PADRENUESTRO
SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús carga la cruz sobre sus hombros
Conductor: Te adoramos, Cristo … y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo
Lector: Salmo 71, 9-12: No me rechaces en mi vejez, no me dejes cuando mi fuerza se pierde. Porque mis enemigos hablan de mi, quienes me asedian conspiran juntos diciendo: “Dios lo ha abandonado ; perseguidlo y dadle alcance que no hay quien lo salve”. Oh Dios, no te alejes de mi ; Dios mio, date prisa en ayudarme”
COMENTARIO:
Hace un momento todavía erguido, ahora oprimido por el peso de la cruz. Aquel que debe portar la cruz yace en el suelo. Solo. Asolado intenta enderezarse.
El vía crucis de Jesús nos permite reconocer el vía crucis de todas las personas que son oprimidas y humilladas. Es el vía crucis de aquellos que defienden el derecho a la tierra y son ignorados por los poderosos que detentan el poder.
Conductor: Señor Jesucristo, tú cargas la cruz sobre tus hombros. Ayúdanos a llevar sobre nuestros hombros las cargas de la vida.
Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mi. PADRENUESTRO
TERCERA ESTACIÓN
Jesús cae por primera vez
Conductor: Te adoramos, Cristo … y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo
Lector: Salmo 44, 24-27: ¡Despierta! ¿Por qué sigues dormido? ¡Ponte, Señor, en acción! No nos rechaces para siempre. ¿Por qué ocultas tu rostro y olvidas nuestra opresión y miseria? Estamos postrados en el polvo, con el vientre adherido a la tierra. ¡Ponte en acción, danos tu ayuda y que tu amor nos redima!”
COMENTARIO:
El peso de la cruz es abrumador. Impotente y vencido por el dolor, Jesús cae al suelo. Una mano sostiene la cruz, la otra se apoya sobre la tierra. Jesús se arrastra por el suelo. Su vía crucis ha comenzado. Los soldados observan impasibles, con sus armas preparadas.
EL sufrimiento y el menosprecio padecidos no se curan fácilmente. Enfermedad y miseria, preocupaciones existenciales y el miedo al futuro obligan a muchas personas a caer de rodillas, a tocar el suelo. Y caen postradas, quebrantadas por su destino.
Conductor: Señor Jesucristo, tú caes bajo el peso de la cruz. Ayúdanos a levantar a aquellos que han caído, doblegados por la desgracia. Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mi. PADRENUESTRO
CUARTA ESTACIÓN
Jesús encuentra a su madre
Conductor: Te adoramos, Cristo … y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo
Lector: Salmo 71, 4-6: ¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío, de las garras del malvado y del violento! Porque tú, Señor, eres mi esperanza y mi seguridad desde mi juventud. En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre; desde el seno materno fuiste mi protector, y mi alabanza está siempre ante ti”
COMENTARIO:
Madre e hijo se abrazan con ternura. Un encuentro sin palabras. Plenamente conscientes, uno hacia el otro, se funden en un estrecho abrazo.
Los opresores no dejan en paz a aquel que proclama la verdadera paz. Los soldados no dan sosiego a quien ha vivido sin violencia, mansamente. En sus Bienaventuranzas, Jesús nos promete: “Bienaventurados los que procuran la paz”.
María acompaña nuestro camino, se preocupa y siente con nosotros. El pueblo de Dios pone su confianza en ella, le pide ayudar a la tierra amenazada.
En la Exhortación Apostólica Postsinodal del Papa sobre el Sínodo de la Amazonia, se nos dice: “Madre, mira a los pobres de la Amazonia, porque su hogar está siendo destruido por intereses mezquinos. ¡Cuánto dolor y cuánta miseria, cuánto abandono y cuánto atropello en esta tierra bendita, desbordante de vida! Toca la sensibilidad de los poderosos, porque aunque sentimos que ya es tarde, nos llamas a salvar lo que todavía vive” (QA 111).
Conductor: Señor Jesucristo, sin palabras abrazas a tu madre. Ayúdanos a construir nuestra vida con la fuerza de los encuentros marcados por el cariño. Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mi. DIOS TE SALVE, MARIA
QUINTA ESTACIÓN
Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la cruz
Conductor: Te adoramos, Cristo … y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo
Lector: Salmo 10, 17-18: Tú, Señor, escuchas los deseos de los pobres,
los reconfortas y les prestas atención. Tú haces justicia al huérfano y al oprimido: ¡Que el hombre hecho de tierra no infunda más temor!
COMENTARIO:
Simón de Cirene toma la cruz. Ayuda a llevarla. No deja solo a Jesús. Jesús va adelante, Simón lo sigue. Como tantos otros, deja que el misterio de la cruz guíe su camino. Sigue los pasos del evangelio, recorriendo consecuentemente la senda. Simón de Cirene sigue a Jesús. Lleva la cruz con él.
En medio del sufrimiento hay un encuentro. Simón de Cirene es un hombre solidario. Es una persona cercana a los demás, alguien que ofrece ayuda verdadera.
Así figura en la Exhortación Apostólica Postsinodal del Papa sobre el Sínodo de la Amazonia: “Cristo redimió al ser humano entero y quiere recomponer en cada uno su capacidad de relación con los otros” (QA 22).
Conductor: Señor Jesucristo, tú nos muestras una nueva manera de estar juntos. Permítenos seguir tus huellas, ayudándonos y acercándonos unos a otros. Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mi. PADRENUESTRO
SEXTA ESTACIÓN
La Verónica limpia el rostro de Jesús
Conductor: Te adoramos, Cristo … y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo
Lector: Salmo 27, 7-9: ¡Escucha Señor, yo te invoco en alta voz, apiádate de mí y respóndeme! Mi corazón sabe que dijiste: “Buscad mi rostro”. Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí. No alejes con ira a tu servidor, tú, que eres mi ayuda; no me dejes ni me abandones, mi Dios y mi salvador.
COMENTARIO:
La Verónica percibe la agonía del condenado a muerte. ¿Es esto un alivio para el camino? ¿Mitiga el dolor? Resueltamente le entrega un paño para secar su sudor. Y el rostro de Jesús se refleja en la tela.
O1 El rostro de Cristo se muestra en los rostros humanos. Como dice el Evangelio de Mateo: «(…) cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis». El sufrimiento no es anónimo y sin rostro.
Se muestra en los rostros de…los sin techo, en las calles y en las ciudades. …los desesperados, en la pandemia de coronavirus. …las mujeres, forzadas a la prostitución. …los niños, explotados y engañados desde su juventud. …los pueblos indígenas, expulsados de su entorno de vida tradicional. …los alcohólicos, arrastrados por la adicción. …los que buscan empleo, expulsados de la sociedad. …las jóvenes, esclavizadas y tratadas como mercancía. …los ancianos, abandonados y desatendidos. …los prisioneros, en cárceles superpobladas. …los enfermos, golpeados por el dolor y la soledad.
Conductor: Señor Jesucristo, tú nos observas a través de los rostros de tus hermanas y hermanos. Deja que te reencontremos en nuestros prójimos cercanos y lejanos. Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mi.
Dios te salve, María …
SÉPTIMA ESTACIÓN
Jesús cae por segunda vez bajo el peso de la cruz
Conductor: Te adoramos, Cristo … y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo
Lector: Salmo 31, 12-14: Soy la burla de todos mis enemigos y la irrisión de mis propios vecinos; para mis amigos soy motivo de espanto, los que me ven por la calle huyen de mí. Como un muerto, he caído en el olvido, me he convertido en una cosa inútil. Oigo los rumores de la gente y amenazas por todas partes, mientras se confabulan contra mí y traman quitarme la vida.
COMENTARIO:
Derribado una vez más. Caen la cruz y su portador. El doliente se desploma. La cruz, de madera, cae al suelo. El árbol de la vida es derribado. Minuto a minuto cae un árbol, uno por uno. Día tras día, un trozo de la selva tropical desaparece. Su vida y su abrumadora belleza están en peligro. Se destruye la diversidad de los bosques y los animales. En el Sínodo de la Amazonia se habla explícitamente del “pecado ecológico”: “Se manifiesta en actos y hábitos de contaminación y destrucción de la armonía del ambiente, transgresiones contra los principios de interdependencia y la ruptura de las redes de solidaridad entre las criaturas y contra la virtud de la justicia” (Documento Final 82).
Conductor: Señor Jesucristo, el peso de la cruz te hace caer por segunda vez. No nos dejes solos con nuestra preocupación por la protección del planeta. Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mi. PADRENUESTRO
OCTAVA ESTACIÓN
Jesús encuentra a las mujeres que lloran por él
Conductor: Te adoramos, Cristo … y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo
Lector: Salmo 39, 8 y13: Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? Mi esperanza está puesta sólo en ti. Escucha, Señor, mi oración; presta oído a mi clamor; no seas insensible a mi llanto.
COMENTARIO:
Las mujeres a orillas del camino no dejan solo a Jesús, lo miran y admiran. Con sus manos, abrazan a sus niños y sostienen a sus seres queridos, a quienes acompañan en el camino de la vida. Los más pequeños y vulnerables observan al condenado a muerte.
Casi desapercibida, más bien silenciosa, y sin embargo verdaderamente atronadora y despreciable: la violencia contra las mujeres aumenta. La espiral de terror implacable está girando, impulsada por la limitación de los contactos a causa del coronavirus, tanto en el pequeño círculo del hogar como en la inmensidad del mundo.
En la Amazonia, miles de mujeres son víctimas de la trata de personas, “una de las peores formas de violencia contra las mujeres y una de las violaciones más perversas de los derechos humanos”, según se afirma en el Documento Final del Sínodo de la Amazonia (Documento Final 13).
Conductor: Señor Jesucristo, tú respetas la dignidad de todas las personas, igual para mujeres y hombres. Ayúdanos a convertirnos en profetas de tu justicia y tu paz. Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mi. DIOS TE SALVE, MARÍA
NOVENA ESTACIÓN
Jesús cae por tercera vez
Conductor: Te adoramos, Cristo … y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo
Lector: Salmo 142, 4-6: Ya se me acaba el aliento, pero tú conoces mi camino: en la senda por donde voy me han ocultado una trampa. Miro a la derecha, observo, y no hay nadie que se ocupe de mí; ya no tengo dónde refugiarme, nadie se interesa por mi vida.
COMENTARIO:
El camino aún no ha terminado. En el horizonte ya se levanta, erguida, la cruz del martirio. Afligidas, muchas personas soportan la cruz de tener que huir. Durante su camino tropiezan y caen, chocan contra el duro suelo, igual que Jesús con la cruz. Expulsados, deportados, desplazados y perseguidos. Sin hogar.
Los movimientos migratorios están aumentando en el mundo. Caminan errantes y son víctimas de la codicia explotadora. Así se expresa el Papa en la Exhortación Apostólica Postsinodal: “A los emprendimientos, nacionales o internacionales, que dañan la Amazonia y no respetan el derecho de los pueblos originarios al territorio y a su demarcación, a la autodeterminación y al consentimiento previo, hay que ponerles los nombres que les corresponden: injusticia y crimen” (QA 14).
Conductor: Señor Jesucristo, tú caes por tercera vez bajo el peso de la cruz. No dejes que olvidemos a aquellos que buscan refugio, a aquellos que tienen que huir. Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mi. PADRENUESTRO
DÉCIMA ESTACIÓN
Jesús es despojado de sus vestiduras
Conductor: Te adoramos, Cristo … y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo
Lector: Salmo 22, 19-21: Se reparten entre sí mi ropa y sortean mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme. Libra mi cuello de la espada y mi vida de las garras del perro.
COMENTARIO:
Más de una docena de manos arrancan y desgarran las vestiduras de Cristo. Jesús está allí parado, indefenso. No le dejan nada, le quitan hasta la última tela. Manos codiciosas lo agarran, quieren más y más.
El ser humano, explotado. El indefenso, despojado. El respeto por la vida, despreciado. La creación, devastada. El afán de lucro destruye. Mata el cuerpo y el alma. Así figura en la Exhortación Apostólica Postsinodal del Papa sobre el Sínodo de la Amazonia: “Cuando algunas empresas sedientas de rédito fácil se apropian de los territorios y llegan a privatizar hasta el agua potable, o cuando las autoridades dan vía libre a las madereras, a proyectos mineros o petroleros y a otras actividades que arrasan las selvas y contaminan el ambiente, se transforman indebidamente las relaciones económicas y se convierten en un instrumento que mata” (QA 14).
Conductor: Señor Jesucristo, tú conoces el sufrimiento que conlleva la avaricia destructora. Déjanos oponernos con valor, allí donde la codicia pone en peligro tu creación. Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mi. PADRENUESTRO
DÉCIMOPRIMERA ESTACIÓN
Jesús es clavado en la cruz
Conductor: Te adoramos, Cristo … y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo
Lector: Salmo 69, 17-22: Respóndeme Señor, por tu bondad y tu amor, por tu gran compasión vuélvete a mí; no ocultes el rostro a tu servidor, respóndeme pronto, porque estoy en peligro. Acércate a mí y rescátame, líbrame de mis enemigos. La vergüenza me destroza el corazón, y no tengo remedio.
Espero compasión y no la encuentro, en vano busco un consuelo.
COMENTARIO:
Jesús es colocado sobre la cruz. El torturador cumple con su trabajo, el golpe de su martillo abre heridas profundas. El verdugo aflige al torturado, con su rodilla inmoviliza al condenado a muerte, va arrancándole la vida.
En el lugar del Calvario, el aliento de la vida se va desvaneciendo.
La violencia “no se detiene, sino que en muchos lugares se transforma, se disfraza y se disimula, pero no pierde la prepotencia contra la vida de los pobres y la fragilidad del ambiente”
Un gemido, el aliento de la vida del planeta, en peligro por la destrucción de los pulmones verdes de la humanidad.
Un suspiro, el aliento de la vida de las personas: atemorizadas por la violencia, las enfermedades y la pandemia de coronavirus.
¿Y el aliento de la gran familia de los seres humanos? Populismo y exclusión aprietan la garganta del mundo. “No puedo respirar”, las palabras del moribundo George Floyd en mayo de 2020 en Estados Unidos se han convertido en el grito de aquellos que se asfixian ante los innumerables calvarios.
Conductor: Señor Jesucristo, tú sufres, herido, hasta el último aliento. Permite que, con energía y vitalidad, podamos abrir caminos de humanidad y crear espacios donde se pueda respirar. Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mi. PADRENUESTRO
DÉCIMOSEGUNDA ESTACIÓN
Jesús muere en la cruz
Conductor: Te adoramos, Cristo … y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo
Lector: Salmo 22, 2-8 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
¿Por qué estás lejos de mi clamor y mis gemidos? Te invoco de día, y no respondes, de noche, y no encuentro descanso. Pero yo soy un gusano, no un hombre; La gente me escarnece y el pueblo me desprecia; los que me ven, se burlan de mí, hacen una mueca y mueven la cabeza.
– Momento de silencio –
COMENTARIO:
Erguidas las lanzas de los soldados. Erguida la cruz sobre la tierra. Erguidas las manos abiertas que intentan entender lo inconcebible. Una última mirada a los fieles de pie ante la cruz. El mesías enviado por Dios muere en la cruz. El firmamento se ha oscurecido, el cielo azul ha desaparecido. Jesús en la cruz, ejecutado.
Conductor: Señor Jesucristo, agonizando en la cruz llamas a Dios. Déjanos escuchar el grito de los abandonados. Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mi. PADRENUESTRO
DÉCIMOTERCERA ESTACIÓN
Jesús es bajado de la cruz y colocado en el regazo de su madre
Conductor: Te adoramos, Cristo … y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo
Lector: Salmo 39, 3-5: Entonces me encerré en el silencio, callé, pero no me fue bien: el dolor se me hacía insoportable; el corazón me ardía en el pecho,y a fuerza de pensar, el fuego se inflamaba. Señor, dame a conocer mi fin y cuál es la medida de mis días.
COMENTARIO:
Una mujer afligida abraza con veneración los pies de Jesús. María sostiene en sus brazos el cuerpo de su hijo. El dolor es tan grande que no da cabida a las lágrimas. Su vestido de luto es de un azul profundo. El «azul» representa la fidelidad. ¿Se entreluce la fidelidad de Dios, que tiene en sus manos la vida y la muerte, como María tiene en sus manos a su hijo muerto?
El secreto de la vida transformada no se revela desde la perspectiva exterior, indiferente, sino solo desde el interior. El amor despierta un interés profundo y sincero por los demás. La fuerza tierna y cuidadosa del amor nos permite mirar más lejos. La profecía de la contemplación nos otorga una visión más profunda de la vida: la fidelidad de Dios es más fuerte que la muerte.
Conductor: Señor Jesucristo, tu muerte es inconcebible. Permite que en el misterio de la muerte percibamos la transición a la vida. Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mi. PADRENUESTRO
DÉCIMOCUARTA ESTACIÓN
El cuerpo de Jesús es colocado en el sepulcro
Conductor: Te adoramos, Cristo … y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo
Lector: Salmo 16, 1-2;10-11: Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti. Yo digo al Señor: “Señor, tú eres mi bien, no hay nada superior a ti”. Porque no me entregarás a la Muerte, ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro. Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna junto a ti.
COMENTARIO:
Los acompañantes han enmudecido. Dan a Jesús una última muestra de amor y trasladan su cuerpo al sepulcro en una tela. Todavía hoy, en la región amazónica boliviana, mucha gente es enterrada en una tela. ¡Blanca la tela, negra la noche de la muerte! Sin embargo, la oscuridad de la sepultura de Jesús está inmersa en un juego de colores pascuales. Las ropas de los dolientes muestran el azul de la fidelidad y el rojo del amor. Y la tierra se enrojece y comienza a brillar. La mañana de la resurrección ha comenzado.
Oramos por la llegada del Reino de Dios. ¡La muerte no tiene la última palabra! Nos une la fe en Jesucristo, el único Redentor. Nos une el deseo de su Palabra, que guía nuestros pasos. Nos une el fuego del Espíritu, que nos envía como testigos del Evangelio.
Nos une el mandamiento nuevo que Jesús nos dejó, la búsqueda de una civilización del amor. Nos une la pasión por el Reino de Dios. Nos une la convicción de que no todo se termina en esta vida.
Estamos unidos por la confianza en el Dios de la vida, que invita a todos los pueblos a la fiesta celestial, donde él mismo “secará todas las lágrimas y recogerá lo que hicimos por los que sufren” (QA 109).
Conductor: Que la Santísima Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, nos fortalezca y proteja con su bendición. GLORIA AL PADRE, AL HIJO Y AL ESPÍRITU SANTO. Amén.