Brota la indignación…

Brota la indignación pero también una plegaria. Nuestra admiración al pueblo valenciano que nos muestra su fuerza interior. Asombro ante las caravanas de jóvenes voluntarios capaces de una solidaridad y valor del que ha carecido “la clase política”. Vergüenza, mucha vergüenza, ante el intento de sobreponer un relato que no contempla el sufrimiento de los sencillos. Una súplica: ¡Danos, Señor, un corazón que escuche!. Multiplica las manos y los pies con los sentimientos más humanos y la colaboración generosa.